La Entrevista Olvidada con Hermann Goering



Una entrevista con Hermann Goering largo tiempo pasada por alto durante su estancia en prisión, proporciona una visión sobre las erróneas decisiones de Hitler y explica porque el proyecto alemán de victoria dependía de mantener a América fuera de la guerra. Esta entrada responde a una anterior llamada Juicio y muerte de Hermann Goering.


Su oronda figura y sus extravagantes costumbres, hicieron del mariscal Hermann Goering el personaje más apreciado por los caricaturistas aliados. Incluso cuando sus ciudades estaban siendo reducidas a escombros por los bombardeos los alemanes se referían al jefe de la Luftwaffe como Der Dicke (El Gordo). Más de 60 años después persiste esa percepción del mariscal; pero se trata sólo de la mitad de la historia.

Sus a veces cómicas palabras, actuaciones y sentido de la elegancia no deben hacernos olvidar que Goering fue un héroe de guerra condecorado con la cruz Pour le Merite durante la I Guerra Mundial, y una figura de alta importancia en la jerarquía del partido nazi. Su participación clave en grandes sucesos hacen a Goering merecedor de un cuidadoso estudio incluso en la actualidad.

El 8 de Mayo de 1945, vistiendo su uniforme de mariscal de la Luftwaffe, Goering se rindió a los norteamericanos. Confiando en ser tratado como el emisario de un pais derrotado, Goering se sorprendió cuando sus medallas y bastón de mariscal le fueron retirados sin contemplaciones y fue encerrado en el Campo de Prisioneros 32, conocido por los reclusos como “El Cubo de Basura”.

Fue allí cuando, el 25 de Julio de 1945, el antiguo heredero de Hitler fue entrevistado por el mayor Kenneth W. Hechler, de la División de Historia Europea del Ejército USA, haciendo las tareas de traductor el capitán Herbert R. Sensenig. La entrevista, olvidada durante más de 60 años, proporciona una visión directa sobre algunas de las opciones estratégicas consideradas por los nazis al principio de la guerra, su opinión sobre la supuesta amenaza de los Estados Unidos y la Unión Soviética, y como dichas ideas influyeron en la estrategia a seguir.

Hechler: ¿Cuál era la estimación por parte de Alemania del potencial de guerra americano? ¿Esperaba Alemania haber terminado sus campañas en Europa antes de que los Estados Unidos fueran lo suficientemente fuertes como para intervenir en la guerra?

Goering: Ya que parecía que el problema debería decidirse mediante la guerra le dije a Hitler “considero imprescindible impedir que América nos declare la guerra”. Estaba seguro de que el potencial económico y técnico de los Estados Unidos era inusualmente grande, particularmente en sus fuerzas aéreas. Aunque por aquel entonces los avances tecnológicos en ese sentido no habían podido implementarse tanto como se había esperado, y la producción de aviones era importante pero no demasiado alta. Siempre le dije a Hitler que sería comparativamente modificar las fábricas para apoyar la industria de guerra. Particularmente la potente industria del automóvil. Pero Hitler era de la opinión de que America no intervendría debido a su amarga experiencia durante la I Guerra Mundial.

Hechler: ¿Qué experiencia? ¿La pérdida de vidas?

Goering: Hitler creía que los Estados Unidos ayudaron a todo el mundo, y no recibieron nada a cambio. Las cosas no habían salido como los Estados Unidos habían planeado. Los 14 Puntos de Wilson no habían sido tenidos en cuenta. Hitler también pensaba que era muy difícil enviar un ejército a Europa y mantenerlo aprovisionado.

Hechler: ¿Qué opinión tenía usted sobre nuestro potencial?

Goering: Aunque, personalmente, mi opinión era que los Estados Unidos podían poner en marcha una fuerza aérea más rápido que un ejército, constantemente avisaba sobre las posibilidades de los Estados Unidos, debido a sus avances tecnológicos y recursos económicos.

Hechler: ¿Si creía que los Estados Unidos podían volverse tan poderosos, como encajaba eso con sus planes para continuar la guerra?

Goering: El factor decisivo en 1938 era la teoría de que le llevaría varios años a los Estados Unidos el estar preparados para la guerra. Su capacidad de transporte marítimo por aquel entonces no era demasiado grande. Yo quería que Hitler terminara la guerra en Europa tan rápido como fuera posible, y que evitara enfrentarse a Rusia. Sin embargo había opiniones divididas respecto de cuan rápido podía prepararse América para la guerra a gran escala.

Hechler: ¿Cuáles eran esas opiniones? ¿Qué pensaban los demás?

Goering: Desconozco los puntos de vista de otras personas influyentes. No puedo decir que otros aconsejaran algo diferente.

Hechler: ¿Cual era la opinion del OKW y del OKH?

Goering: No sé la opinión del OKW o el OKH. Yo solía decir a Hitler que todo dependía de no permitiéramos a los Estados Unidos volver de nuevo a Europa. Durante la Campaña de Polonia ya dije que debíamos evitar esa posibilidad. En 1941 el asunto se convirtió en una realidad, y la opinión general fue que era mejor soportar incidentes desgraciados con los Estados Unidos y esforzarse por mantenerlos fuera del conflicto, que permitir un deterioro en las relaciones mutuas. Ese era nuestro esfuerzo constante.

Hechler: ¿Exactamente qué fue lo que le convenció de que Roosevelt se estaba preparando para la guerra?

Goering: Un gran número de detalles. Todo se había publicado en un Libro Blanco (una valoración de inteligencia). No sé si se publicó el texto entero o eran sólo extractos, pero produjo una profunda impresión.

Hechler: ¿Esperaba Alemania terminar su campaña en Europa de modo victorioso antes de que hubiéramos podido incrementar nuestro potencial de forma suficiente como para intervenir?

Goering: Hitler creía que habría podido resolver la situación hasta un punto que habría supuesto una gran dificultad para los Estados Unidos el considerar la invasión o la intervención.

Hechler: En Diciembre de 1941 ¿Cuál era la estimación de Alemania sobre nuestra capacidad de construcción naval, habría podido influir en la campaña en Europa?

Goering: Nuestra opinión era que su capacidad era de una gran magnitud. Roosevelt habló de “puentes de barcos” sobre el Atlántico y un “constante tráfico de aviones”. Le creíamos totalmente y estábamos convencidos de que era cierto. Esta opinión también se basaba en observadores en los Estados Unidos. Estábamos seguros de su potencial. Por otra parte, la tasa de producción de sus astilleros, por ejemplo, el programa de Henry Kaiser, nos sorprendió y preocupó. Minimizamos en exceso los aparentes éxitos de los que se alardeaban. Los llamábamos ataúdes flotantes, Kaisersarge, que podían hundirse con un solo torpedo. Aunque tomábamos en serio sus cifras de producción creíamos que estaban exageradas. Sin embargo los Estados Unidos disponían de toda la materia prima necesaria, excepto el caucho, y técnicos expertos, por lo que nuestros ingenieros podían estimar su producción de forma muy cercana a la real.
En un principio no podíamos creer la velocidad a la que su Marina Mercante estaba creciendo. Las cifras de 8 a 10 días para tener listo un barco nos parecían fantasías. Incluso cuando nos dimos cuenta de que se referían al ensamblaje de piezas prefabricadas seguimos pensando que 10 días era algo impensable. Nuestros astilleros tenían experiencia y el trabajo era meticuloso, pero muy lento, preocupantemente lento en comparación. Nos costaba 9 meses construir un buque del tipo “Danube”.



Hechler: ¿Por qué declaró Alemania la guerra a los Estados Unidos?

Goering: Me quedé asombrado cuando sucedió eso. Habríamos preferido soportar incidentes aislados. Estaba claro que si Roosevelt era reelegido los Estados Unidos irían inevitablemente a la guerra contra nosotros. Esta opinión era fuertemente defendida principalmente por Hitler. Después de Pearl Harbor, aunque nuestro tratado con Japón no nos obligaba a ir en su ayuda ya que habían sido ellos los agresores, Hitler dijo que nos encontrábamos de hecho en guerra, con barcos que habían sido hundidos y atacados, y que debíamos aliviar a Japón. Por este motivo se dio un paso del que siempre nos arrepentiríamos. Era innecesario para nosotros aceptar la responsabilidad del primer ataque. Por ese mismo motivo habíamos sido el blanco de toda la propaganda cuando en 1914 atacamos cuando sabíamos que en 48 horas Rusia nos atacaría. Creo que Hitler estaba convencido de que, como consecuencia del ataque de Japón, los Estados Unidos desplazarían todo su potencial al Extremo Oriente, y no constituiría un peligro para Alemania. Aunque nunca lo dijo con palabras, fue quizás frustrante para él que la fuerza principal de los Estados Unidos se volviera contra Europa.

Hechler: ¿Qué opinaba Hitler en 1939-41, cuando la campaña antibelicista en los Estados Unidos era tan fuerte?

Goering: Hitler hablaba mucho sobre ello. Esa gente, los aislacionistas, pensaba, tenían una gran influencia, pero sus impresiones venían de la prensa de América y algunos observadores, que calificaban a Roosevelt de militarista. Después de las elecciones de 1940 nos dimos cuenta de que los aislacionistas no evitarían que los Estados Unidos entraran en la guerra.

Hechler: Pero el rival de Roosevelt, Wendell Willkie, no era un aislacionista.

Goering: Cuando leimos los discursos de Willkie antes de las elecciones estaba claro que si hubiera sido elegido el curso de los acontecimientos habría sido el mismo. Después de las elecciones fue cuando atribuimos poca importancia a los aislacionistas en los Estados Unidos. Hitler decía que no eran lo suficientemente fuertes. Roosevelt declaró antes de las elecciones que las tropas americanas no abandonarían el país, y sólo serían usadas para repeler una posible invasión. Estabamos seguros de que era más para atraerse a la gente de sentimiento antibelicista que para dar a entender un decisivo cambio de actitud. Cuando Sumner Welles visitó Europa en 1940, creíamos que los Estados Unidos querían todavía permanecer fuera de la guerra y que la visita de Welles podría ser un intento de preservar la paz. Justo antes habíamos encontrado en Polonia el diario del Conde Potofsky, que indicaba claramente que Roosevelt se estaba preparando para la guerra. El viaje de Welles podría haber sido un posible signo de que los Estados Unidos se inclinaban por una resolución pacífica de los problemas.

Nota del Editor: El industrial americano Wendell Willkie fue una figura influyente en la política americana durante la guerra. Compitió por la presidencia en 1940, oponiéndose al New Deal de Roosevelt, pero apoyando su política exterior. Consiguió 22 millones de votos contra los 27 millones de Roosevelt.
Sumner Welles era un diplomático americano. En la primavera de 1940, antes de la invasión de Francia, Roosevelt le envió a visitar a los líderes europeos para intentar mantener la paz. Jacob Potofsky era el embajador polaco en los Estados Unidos, y se entrevistó en varias ocasiones con Roosevelt, Cordell Hull y otros miembros del gobierno. Según parece conocía el contenido de las cartas de Roosevelt a Churchill que fueron remitidas antes de que este último fuera nombrado Primer Ministro.

Hechler: A pesar de una correcta estimación de nuestro potencial, ¿de que manera pensaban salir victoriosos de una guerra contra nosotros?

Goering: Habíamos estimado muy bien la capacidad de su Fuerza Aérea. Los mejores motores se producían en los Estados Unidos. Solíamos estudiarlos y trabajar en ellos, y comprábamos todos los que podíamos, de todo tipo. Desde el final de la última guerra, Alemania había perdido terreno en el aire, mientras que la aviación comercial en su pais se encontraba muy por delante de nosotros. Pero al principio no habíamos valorado lo suficiente la posibilidad de bombardeos diurnos, nuestros cazas no podían arreglárselas con eso. Cuando fuéramos capaces de defendernos se produciría una leve pausa, y entonces ustedes enviarían cazas de escolta. La Fortaleza Volante, por ejemplo, era mucho mejor de lo que podíamos haber anticipado. Nuestra estimación fue incorrecta.

Hechler: Con más motivo. Sigo sin entender por qué querían ir a la guerra contra nosotros.

Goering: La guerra ya existía de hecho, era sólo una cuestión formal. Nuestra declaración de guerra fue realizada tan sólo en términos de propaganda. Habríamos sido capaces de las mayores concesiones con tal de evitarla, ya que un conflicto como ese sería para nosotros una carga imposible de mantener. Pero estábamos convencidos de que no había forma de evitar la guerra. Incluso aunque ustedes hubieran transportado montañas de material a Inglaterra no habríamos declarado la guerra, ya que Inglaterra por si sola era incapaz de poner en marcha una invasión de Europa, no sin la participación activa de los Estados Unidos.



Hechler: Sobre nuestra propaganda de un segundo frente en 1943. ¿Esperaba realmente el Alto Mando Alemán que invadiríamos Europa en 1942-43?

Goering: En términos generales nadie lo creía. Por el contrario, esperábamos que antes los rusos estarían descontentos con ustedes y firmarían una paz de compromiso con Alemania. Los rusos se quejaban continuamente de que el segundo frente no había sido abierto según lo esperado. Conocíamos con precisión qué cantidad de fuerzas se hallaban en Inglaterra; sabíamos de todas y cada una de las unidades americanas allí y podíamos estimar con exactitud sus fuerzas, y sabíamos que no eran suficientes para una invasión.

Hechler: ¿Cuál fue su valoración del intento de desembarco en Dieppe?

Goering: Nunca supimos si Dieppe había sido un ensayo de desembarco, un intento de asegurar una cabeza de playa por sorpresa o un gesto hacia los rusos de que, al final, se estaba haciendo algo.

Hechler: ¿Se realizaron cambios en los planes de defensa, ordenados por usted o por cualquier otro, como resultado de Dieppe?

Goering: Sólo cambios menores. Ordenamos que la principal línea de defensa se situara justo en la orilla. Eso fue algo aprendido a raiz de la experiencia de Dieppe.

Hechler: ¿Tuvo conocimiento por parte de algún servicio de inteligencia o información de la inminente invasión del Norte de África en Noviembre de 1942?

Goering: No. Habíamos discutido sobre la posibilidad de un ataque en la costa occidental de África, pero no pensábamos que pudieran entrar en el Mediterráneo. Cuando el gran convoy fue detectado cerca de Gibraltar supimos que una gran operación era inminente, pero el objetivo podría ser cualquier parte de África, Sicilia, Cerdeña, Córcega o Malta.

Hechler: ¿Por qué se utilizaron tan pocos aviones contra nosotros en el Norte de África?

Goering: Enviamos un par de escuadrones de refuerzo en Noviembre de 1942, y bombardeamos con éxito cerca de Túnez, en Bone y Argel, y conseguimos hundir algunos barcos. Los aviones tenían su base en Italia y no disponían de suficiente autonomía para atacar los desembarcos en la zona de Orán. No teníamos suficientes bombarderos de largo alcance. Cuando sus fuerzas comenzaron a avanzar hacia el este nuestras posibilidades aumentaron. Los Heinkel 177 sí disponían de suficiente autonomía y debían haber estado listos para 1941, pero llevó mucho tiempo perfeccionarlos y no pudimos disponer de ellos hasta principios de 1944. Me resulta terrible que existiera ese retraso, aún más teniendo en cuenta que esos modelos quedaron obsoletos muy rápidamente.

Hechler: ¿Por qué no tomaron primero Dakar?

Goering: En 1940 teníamos un plan para ocupar todo el Norte de África, desde Dakar hasta Alejandría, y las islas del Atlántico para disponer de bases de submarinos. Con ello habríamos cortado la mayoría de las líneas de suministro británicas. Al mismo tiempo habríamos podido eliminar cualquier resistencia en el Norte de África. Entonces, tomar Gibraltar y Suez habría sido sólo una cuestión de tiempo, y nada habría interferido en el Mediterráneo. Pero Hitler no quería hacer concesiones a España en Marruecos a costa de Francia. España no puso objeciones a la campaña; de hecho los españoles estaban preparados para ello.



Hechler: ¿Quién realizó el plan? ¿Dónde y cuando se decidió?

Goering: Hitler y Ribbentrop se encontraron con Franco y Serrano Suñer en Hendaya en Septiembre u Octubre de 1940. Desafortunadamente yo no estaba presente. Mussolini estaba celoso y temía que los alemanes controlaran el Mediterráneo. Pero después, en 1941, el peligro Ruso estaba en la mente de Hitler, y eso excluía cualquier otra consideración. La debilidad de nuestra flota nos impidió invadir Inglaterra, pero, antes de la guerra con Rusia podríamos haber llevado a cabo el “Plan Gibraltar” con 20 divisiones en África Occidental, 10 en el Norte de África y 20 contra el Canal de Suez, manteniendo todavía 100 divisiones en Francia. El ejército italiano al completo, que no estaba preparado para una guerra a gran escala, podría haberse destinado a fuerza de ocupación. La pérdida de Gibraltar habría inducido a Inglaterra a pedir la paz. El no llevar adelante el plan fue uno de los mayores errores de la guerra.
El plan era originalmente mío. Hitler coincidía conmigo y todo el mundo se mostraba entusiasta. La Marina también estaba a favor, ya que les habría proporcionado mejores bases. En lugar de verse limitados al Golfo de Vizcaya y Burdeos podrían haber dispuesto de bases mucho más lejos, en España y las islas del Atlántico. Si la campaña era un éxito yo, personalmente, quería atacar las Azores para asegurar las bases de submarinos allí, lo que habría hecho pedazos las líneas de suministro inglesas. El peso de la operación de Gibraltar habría sido responsabilidad de la Luftwaffe; lo habríamos hecho con paracaidistas. Era mi responsabilidad, y estaba ilusionado con la operación. La Luftwaffe tenía algunos oficiales que habían participado en la guerra en España, un año y medio antes, y conocían al pueblo y el país.
Incluso si Gibraltar no era tomada podríamos disponer de Algeciras como base de operaciones y con morteros de sitio de 800mm habríamos machacado Gibraltar y tomado la base. La Roca sólo disponía de un campo de aviación, y desprotegido. En 24 horas la RAF se habría visto forzada a abandonar El Peñón, y la habríamos destruido. Era un gran trabajo y teníamos toda la ilusión en llevarlo a cabo. Los barcos habrían sido hundidos con minas, y los dagraminas no podrían operar.

Hechler: ¿Asocia la paralización del Plan Gibraltar directamente a Hitler y su miedo a la amenaza de Rusia?

Goering: Al principio de 1941 la amenaza rusa había crecido y se consideraba un peligro muy real. Rusia estaba desplazando un gran número de tropas y realizando preparativos en la frontera. Si se hubiera alcanzado un acuerdo con Molotov en Febrero de 1941 y el peligro ruso no hubiera sido tan real podríamos haber llevado a cabo el Plan Gibraltar en la primavera de 1941.

Nota del Editor: Está claro en el libro de Hitler, Mi Lucha, que ya a principios de la década de 1930 el líder del Tercer Reich deseaba invadir Rusia para proporcionar a Alemania acceso a su espacio vital y recursos naturales. Goering estaba alimentando con estas declaraciones el miedo y la tensión de las relaciones Americano-Soviéticas, en un momento en que Stalin y el Ejército Rojo eran la mayor amenaza ideológica y militar para Europa desde el ascenso al poder de Hitler.

Hechler: ¿Era definitivamente la captura de Dakar parte de su plan?

Goering: Sí. El plan debía asegurar el Norte de África para así evitar cualquier oportunidad enemiga de penetrar en el Mediterráneo. Esa posibilidad debía ser excluida bajo cualquier circunstancia. Dakar era el extremo sudoccidental. No podríamos haber llegado mucho más al sur que Freetown, por ejemplo. Habría sido muy costoso para cualquiera atacar desde tan al sur cruzando el desierto, sin carreteras ni suministro de agua; por tanto no existía un peligro tan al sur para el Mediterráneo. También podríamos haber tomado Chipre, justo después de la conquista de Creta, y también habernos hecho con Malta con facilidad. Entonces las islas de Atlántico se habrían convertido en la protección más occidental para la costa de África. Pero el miedo a Rusia nos detuvo. Sólo disponíamos de 8 divisiones para cubrir toda la frontera rusa en esos momentos.

Nota del Editor: Es muy improbable que Alemania pudiera haber tomado Malta o Chipre después de la invasión de Creta, aunque si existían planes para la invasión de Malta. La Wehrmacht sufrió más de 6.000 bajas en sus operaciones en Creta, la mayoría de ellas paracaidistas, lo cual dejó a la Luftwaffe muy debilitada para haber realizado operaciones aerotransportadas a gran escala a corto plazo. Tampoco pudo la Lufwaffe apoyar las operaciones contra Rusia en toda la extensión que Hitler había deseado. De hecho, tras la debacle de Creta, Hitler se olvidó de este tipo de operaciones para siempre.

Hechler: El temor de Hitler hacia Rusia ¿era más militar o ideológico? ¿Temía más la expansión del comunismo o el poderío militar ruso?

Goering: Hitler tenía miedo de un ataque militar. Molotov realizó las siguientes demandas en Febrero de 1941: apoyar a Rusia en la guerra contra Finlandia hasta la ocupación total del país; invasión de Rumanía y ocupación de parte del país; consolidar la posición rusa en Bulgaria; solución a la cuestión de los Dardanelos (ninguno de nosotros queríamos ver a Rusia allí); y la cuestión de Skagerrak y Kattegat. Casí nos caemos de la silla, era increíble. Era el colmo; Molotov no sería escuchado nunca más. Alemania ni siquiera discutiría sobre esas cuestiones.
No teníamos inconveniente en que Rusia expandiera su esfera de influencia a Finlandia, pero Hitler creía que si Rusia ocupaba la totalidad del país estaría demasiado cerca de las minas de oro y hierro suecas, y del puerto noruego de Narvik, y no queríamos que los rusos fueran nuestros vecinos del norte, con tropas en Escandinavia. Además, el pueblo alemán admiraba a los valientes finlandeses. El movimiento de Rusia hacia el noroeste habría acabado por flanquear a Alemania. De igual modo, los movimientos rusos en Rumania no tenían porque ser hacia el sur, podían avanzar hacia el oeste y rodearnos por allí.
Negándonos el níquel de Finlandia y el grano y petróleo de Rumania, Rusia podría habernos puesto en serios apuros económicos que nos hubieran obligado a aceptar cualquier acuerdo posterior.
En Noviembre de 1940, cuando los primeros informes alarmantes llegaron del este, Hitler dio sus primeras órdenes al OKW sobre las acciones que debían realizarse si la situación con Rusia se volvía peligrosa; y también en previsión de un eventual ataque ruso. En Marzo de 1941, Hitler comenzó a convencerse a si mismo de que un ataque preventivo contra Rusia era algo puramente práctico. Yo estaba de acuerdo en dar más concesiones a Molotov, ya que pensaba que si Rusia invadía Finlandia y Rumania las diferencias soviéticas con Gran Bretaña y los Estados Unidos se volverían insalvables. Hitler, en cambio, desconfiaba de Rusia todo el tiempo y veía en ella, con la gran cantidad de armamento producido los últimos 10 años, el gran enemigo futuro de Alemania.
Él quería negarse a todas las demandas de Molotov en Febrero de 1941, mientras que los que compartían mi opinión creían que otra guerra con Finlandia y un avance ruso hacia los Dardanelos rompería las ya de por si tensas relaciones rusas con las potencias anglosajonas. A largo plazo Rusia habría acabado combatiendo contra Inglaterra, y no contra nosotros.
¿Cuáles eran las intenciones reales de Stalin? No lo sé. Si hubiéramos cedido a sus pretensiones tal vez habríamos acabado firmando un Pacto Cuatripartito, en lugar del existente Tripartito. Yo no quería atacar a Rusia. Yo quería llevar adelante el Plan Gibraltar, y tampoco quería ver mi Luftwaffe dividida en dos frentes, Oriental y Occidental. Rusia estaba adoptando finalmente una posición completamente contradictoria a los intereses de los británicos.


Final de Goering

El 12 de Agosto de 1945, Goering llegó junto con otros líderes nazis acusados a la ciudad en ruinas de Nuremberg, y fueron encarcelados en las dependencias anexas al Palacio de Justicia.

Los juicios comenzaron el 20 de Noviembre, y Goering fue acusado de conspiración para iniciar la guerra, crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Los psiquiatras presentes en Nuremberg juzgaron que Goering tenía una personalidad valiente, decidida, brillante y astuta, siendo al mismo tiempo persuasivo, encantador, inteligente e imaginativo. Sin embargo también su personalidad estaba caracterizada por una total ausencia de discriminación moral y una falta de cualquier sentido del valor de la vida humana.

Goering se defendió a si mismo, a Hitler y al Tercer Reich, con gran energía y a veces de forma brillante. Sin embargo sus admisiones voluntarias y francos reconocimientos no fueron suficientes para establecer una sólida defensa. Su figura desde el banco de los testigos y su testimonio en voz alta y desafiante, retransmitida por los aliados en la Alemania ocupada, elevó la moral de algunos en ciertos lugares, al oir a “su” Hermann combatir de nuevo.

Sin embargo las primeras proyecciones en la corte de las terribles filmaciones realizadas en los campos de concentración y los testimonios de oficiales superiores de las SS acabaron por desbaratar la defensa de Goering. El 31 de Agosto de 1946, después de 216 días de juicios, los acusados fueron llamados para sus últimos alegatos. “El pueblo alemán confiaba en su Fuhrer”, dijo Goering. “Ignorante de los crímenes que conocemos hoy, el pueblo lucho con lealtad, sacrificio y coraje, y también sufrió en este combate a vida o muerte al cual fue arbitrariamente arrojado. El pueblo alemán está libre de toda acusación”. Su discurso no le salvó, aunque si reforzó un mito creciente entre la población alemana, que acentuaba su victimización durante la guerra en lugar de su complicidad en los crímenes del Tercer Reich.

El martes, 1 de Octubre de 1946, Hermann Goering fue declarado culpable de todos los cuatro cargos de los que estaba acusado y sentenciado a morir en la horca. El antiguo mariscal de Hitler consiguió burlar al verdugo, y el 15 de Octubre se suicidó tomando una cápsula de cianuro que tal vez pudiera haber sido proporcionada por uno de sus guardianes norteamericanos. Fue incinerado en Dachau y sus cenizas arrojadas a un basurero.

Vía: Editada por Gilberto Villahermosa.